viernes, 12 de junio de 2015

Viajar a través de los sentidos


"El que emplea demasiado tiempo en viajar, acaba por tornarse extranjero en su propio país"
René Descartes, filósofo francés

En verano de 2011 tuve el gran placer de recorrer Filipinas, haciendo una parada de una semana en Beijing. Esta fue mi primera toma de contacto con el sudeste asiático y admito que entré por la puerta grande. Filipinas es el gran olvidado y desconocido de esta zona  por la mayoría de turistas. Es más,  me atrevería a afirmar que en este espectacular archipiélago formado por 7.107 islas, no te encuentras con turistas sino con viajeros, quienes se caracterizan por el interés de mezclarse con la población local, empaparse de sus costumbres y adaptarse a otras culturas dejando totalmente de lado los prejuicios y las comodidades del erróneamente llamado primer mundo.


Descubrir Luzón, la isla principal en donde se encuentra la capital Manila, es perderse entre cascadas infinitas de arrozales, aldeas maravillosas o en pueblos indígenas como los ifugaos, que subsisten a base de arroz, hortalizas, boniatos y frutos que la tierra les brinda. Aún recuerdo perfectamente las dos noches que pasamos en una cabaña típica de allí, construida sobre pilares, a la que se accede por una escalera de madera artesanal apoyada en la puerta de entrada. Las casas están construidas en altura debido a los monzones que asolan este archipiélago en los meses de verano. Y como no podía ser de otra forma, nos cogió un monzón en medio de la aldea, a la que únicamente es posible llegar a pie después de más de tres horas de trekking. Dejarse calar hasta los huesos por una cortina opaca de agua, con un sonido ensordecedor, es una de las experiencias más intensas y liberadoras que he experimentado jamás. Y es que mirar de frente a la naturaleza y entregarse a su implacable salvajismo, da una lección de vulnerabilidad y fragilidad indescriptibles.



Después de la crudeza del norte, recorrimos la paradisíaca isla de Palawan, en donde nos dejamos mimar por las aguas turquesas, los impresionantes fondos marinos y su maravillosa gastronomía. Si algo caracteriza a Filipinas es, sin duda alguna, su deliciosa cocina. La variedad de pescados, mariscos, verduras, frutas, carnes, etc., hacen de este país, un referente para los amantes de la buena comida. Disfrutar de una langosta a la parrilla en la orilla de la playa, de un plato de nuddles con infinitas verduras, de arroces aromatizados y de fideos o rollitos de arroz con mariscos, son algunas de las delicias que se pueden degustar en este archipiélago.




Después de esta breve introducción en un pedacito del sudeste asiático, vamos con las recetas de hoy que guardan relación con el país vecino al que aún no he tenido el placer de ir, pero en mi lista de destinos figura: Vietnam.

ROLLITOS VIETNAMITAS (FRÍOS Y CALIENTES)




Sin duda alguna, si quieren sorprender en una original comida, atrévanse a probar con los rollitos vietnamitas. No dejarán impasible a ningún comensal.

Comencemos hablando un poco sobre el producto para quienes no lo conozcan. A simple vista son unas finas obleas de arroz que se parten si las intentamos doblar o manipular en seco. 
El modo de empleo es muy sencillo ya que sólo hay que calentar un poco de agua (sin hervir), verterla en un recipiente lo suficientemente ancho para que quepa la oblea entera. En este caso, yo he usado una bandeja de horno rectangular. Con las manos bien limpias, sumergimos una a una durante un minuto hasta que se ablande, la sacamos y las ponemos sobre un paño limpio para secarla. Podemos comprobar cómo ha cambiado de textura y ahora es blandita, gelatinosa y algo chiclosa. Está lista para manipularla y rellenarla de lo que queramos.


ROLLITOS VIETNAMITAS CON LANGOSTINOS Y SALSA THAI AGRIDULCE




Ingredientes
Un trozo de puerro
1 zanahoria
1 aguacate
200 g de langostinos crudos
Rúcula

para la salsa:
4 cucharadas de salsa soja
zumo de media naranja
1cucharada de miel
un trocito de jengibre rallado





Elaboración
Cocemos los langostinos en agua hirviendo unos 10 minutos (depende del grosor), cortamos la cocción metiéndolos en agua fría con hielo, pelamos y reservamos. Cortamos en tiras de similar tamaño el puerro y la zanahoria. Laminamos el aguacate. Colocamos todos los ingredientes en la mitad de la oblea junto con la rúcula y enrollamos. No tienen que quedar perfectos, pero si bien prietos para que a la hora de morderlos no se deshagan.
Servimos con la salsa que se consigue mezclando bien todos los ingredientes.

Nota
Estos rollitos los pueden encontrar en cualquier supermercado chino y en Alcampo. ¡Cada vez los veo en más sitios! Este plato tiene muchas ventajas como es poder realizarlo unas horas antes y tenerlo ya enrollado en la nevera, listo para cuando lleguen los invitados.
Otra opción muy divertida, que he hecho en varias ocasiones, es colocar todos los ingredientes en el centro de la mesa en distintos cuencos o en una bandeja separados (podemos añadir todos los que queramos: lombarda, mango, col china o bok choy, canónigos, palitos de cangrejo...). Calentamos el agua y la ponemos en un recipiente en el centro para que cada comensal prepare su propio rollito con los ingredientes que elija. Se les da un pañito a cada uno y a disfrutar de este festín haciéndoles partícipes de la elaboración. ¡Todos a comer con las manos y palillos!




ROLLITOS VIETNAMITAS DE  VERDURAS Y CORDERO AL HORNO CON SALSA DE PICOTAS



Ingredientes
Paletilla de cordero asada desmenuzada
1/2 Cebolla y pimiento verde
1/4 col lombarda
1 zanahoria
1 puñado de pasas

Para la salsa
200 g de picotas sin hueso
180 g azúcar moreno
1 trozo de canela en rama
corteza de un limón

Elaboración:
Esta es la típica receta que se me ocurre cuando he tenido restos. En este caso, me había sobrado carne de cordero de una paletilla que había asado el día anterior en el horno durante 2 horas a 180ºC con un aceite, sal gorda y pimienta.
Cortamos las verduras en julianas y comenzamos sofriendo en aceite de oliva la cebolla, una vez blandita añadimos la zanahoria y, por último, la lombarda ya que tarda menos en hacerse. Incorporamos las pasas y la carne de cordero desmenuzada. Retiramos del fuego, dejamos enfriar y hacemos nuestros rollitos con este relleno. Basta con introducirlos en el horno, precalentado a 200ºC, unos 15 minutos o hasta observar que le la oblea se ha endurecido y ha cogido un color dorado. Adquieren una textura crujiente y muy ligera.
Para salsa ponemos a calentar en un caldero las picotas sin hueso, con el azúcar, el trozo de rama de canela y la corteza de limón. Dejamos que se vuelva mermelada a fuego lento durante una hora (cuando veamos que ya tiene textura de mermelada). Se puede batir aunque yo suelo optar por los tropezones, al estilo rústico, pero eso según gusto de cada uno. Metemos en un biberón de aliñar reducción de vinagre balsámico, agitamos bien y ya podemos "pintar" nuestro plato.

Nota:
La receta puede modificarse y hacerse con pollo, con cerdo, sin carne, etc., eso lo dejo vuestra imaginación.

Con estas ideas que les presento, quedan inaugurados mis fogones, los que espero sean pronto nuestros y podamos compartir e intercambiar sugerencias.

Bon apetit, no olviden echarle el toque de candela a la vida y disfrutar de cada bocado que es único e irrepetible.



5 comentarios:

  1. fan absoluta!!! Me encanta el blog! Muchas felicidades, Carla, efectivamente traspira lo mejor de ti. Un beso muy grande

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    1. Muchas gracias por tus palabras, Noe. Y un placer que lo hayas inaugurado tú. Te devuelvo el besazo!

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  2. Viajar y comer, un buen tándem. Bonito viaje y mejor relato. Me gusta tu estilo, me quedo por aquí.

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    1. muchas gracias! Me alegro de tenerte por aquí y de poder compartir recetas, relatos y mucho más. Feliz comienzo de semana :)

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