miércoles, 2 de septiembre de 2015

Cabo Verde, parte I

Después de un mes de Agosto desconectada de este rincón gastronómico, retomo hoy este proyecto con más fuerza e ilusión que nunca.
Deshaciendo aún las maletas de un viaje maravilloso por las islas de Cabo Verde, me siento frente al ordenador con muchísimas ganas de contarles anécdotas, experiencias y suculentas recetas. 

Comencemos haciendo una breve introducción sobre este trocito del Atlántico el cual esconde muchas sorpresas para todos los viajeros que acudan con la mentalidad abierta y el corazón entregado.



El archipiélago, que forma parte de la región de Macaronesia, está compuesto por diez islas grandes y cinco menores. Nosotros nos decantamos por las islas de Barlovento que incluyen Santo Antão, São Vicente, Santa Luzia (deshabitada), São Nicolau, Sal y Boavista. Las de Sotavento incluyen Maio, Santiago, Fogo y Brava. Somos de la idea de “quien mucho abarca, poco aprieta”, por lo que para un viaje de tres semanas, nos pareció más que razonable visitar tres islas:

- Isla de Sal, ya que es uno de los dos destinos a los que vuela la compañía Binter directa desde Gran Canaria, junto a la capital Praia que se encuentra en la isla de Santiago.
- Isla de São Vicente, que tiene en su capital Mindelo uno de los aeropuertos internacionales.
- Isla de Santo Antão, a la que sólo se puede acceder por barco desde la anterior.

Isla de Sal
Las islas estuvieron deshabitadas hasta que fueron descubiertas en el siglo XV por los portugueses, quienes procedieron a colonizarlas para convertirlas en un centro de trata de esclavos. La mayor parte de los actuales habitantes de Cabo Verde desciende de ambos grupos: colonizadores y esclavos. Alcanzaron la independencia hace apenas 40 años, en 1975, gracias a la estrecha colaboración de Guinea Bissau y Cabo Verde a favor de la lucha por la descolonización. De ahí, lo interesantísimo de sentarse con la población local a charlar y que te cuenten en un perfecto “portuñol” cómo se sienten con respecto al resto de África, a Europa, qué opinión guardan sobre los portugueses, etc., pero no voy a adelantar acontecimientos. Este ha sido un largo viaje, intenso y cargado de sorpresa que no esperábamos encontrar. ¡Todo un descubrimiento!



Lo que más me llamó la atención desde el principio fue la inmensa hospitalidad de sus habitantes. Funcionan a través de la confianza, no hay normas estrictas y rígidas pero todo funciona porque su gente es honrada y la calidad humana es su moneda de cambio. 


Valle de Paul, Santo Antão
Las primeras veces que nos ayudaron sin pedirlo: abrirnos las puertas de su casa y granjas, enseñarnos su sistema de huerto y regadío, invitarnos a mangas cultivadas por la familia o cargar con la pequeña Candela en tramos montañosos, nos vimos en la habitual tarea de sacar la cartera para darles una propina como agradecimiento. Nuestra sorpresa fue enorme cuando se ofendían ante aquel gesto. ¡No necesitamos tu dinero. Te brindo mi mano porque creo en la solidaridad y en el respeto hacia el turista o viajero! Algo así venían a decir con su gesto de negación y cara de rechazo. No volvimos a sacar nunca más la cartera en todo el viaje.


L@s amiguit@s de Candela
Voy a intentar centrarme un poco en lo que aquí nos concierne porque si no, me veo redactando páginas y páginas sin mencionar aún su preciado tesoro: un inmenso acuario con manjares tan diversos como morena, langosta, cracas, atún, bonito, pez espada (peixe serra), garoupas (similar a las viejas), pulpo y un largo etcétera para los amantes del mar. Su gastronomía se basa en la pesca, la ganadería (carne de cerdo, vaca y pollo), legumbres (feijão), frutas tropicales (plátanos, mangas y papaya) y verduras similares a las nuestras. Hay que pensar que este archipiélago se encuentra a dos horas de vuelo desde Canarias en el mismo Océano Atlántico, por lo que en cuanto a variedad de alimentos es muy similar, aunque las elaboraciones son algo diferentes como iremos viendo.

Barco entre São Vicente y Santo Antão 

Antes de continuar, quiero explicar que he decidido dividir este post en dos partes debido a la cantidad de fotos, recetas y anécdotas que tengo almacenadas en mi cámara y en mis recuerdos.

Mindelo, São Vicente 
Como les comentaba al principio, volamos a la isla de Sal pero cogimos otro vuelo interno para aterrizar en Mindelo, la capital de São Vicente. Este pueblo costero y la isla en general, es una parada obligatoria para los amantes de la buena música caboverdiana en directo, la marcha, la vida nocturna, las calas desiertas, el nudismo y la buena gastronomía ya que cuenta con su famoso Mercado de Peixe, el cual brinda al viajero con manjares como los siguientes:









Lo bueno de Cabo Verde es que uno no tiene que sentir el temor de poder ser estafado por ser turista o blanco como ocurre en otros destinos de África a los que he ido. Las tarifas son estándares, desde los taxis hasta el kilo de pescado. Para que se hagan una idea el kilo de atún fresco, pez espada, merlín o viejas está entre 2,50€-3€/k, los percebes a 4€/k y la langosta a 10€/k. ¡Estoy dando los precios en el mercado, luego en restaurantes no distan mucho de los precios europeos! La ventaja de viajar alojándote en casas (somos anti-hoteles), es que dispones de cocina totalmente equipada para poder dejar volar la imaginación y darse al placer de la cocina acompañada de una copa de vinho verde. El saber comprar y cocinar, te permite ahorrar mucho en restaurantes. Han sido muchos días de vacaciones, por lo que el presupuesto se hubiera disparado si todos los días hubiéramos comido fuera "de casa".

Lo primero que hacíamos era acudir al mercado y así de sencillo ha sido realizar almuerzos o cenitas en nuestro alojamiento, como las siguientes:

Mercado de peixe, Mindelo


CARPACCIO DE ATÚN CON ALIÑO DE CÍTRICOS Y REMOLACHA CRUDA




Ingredientes
1 Lomo de atún fresco y semicongelado

Para el aliño
4 cucharadas de Aceite de oliva virgen extra
2 cucharadas de zumo de limón
2 cucharadas de zumo de naranja
1 remolacha cruda y pelada
½ cebolla
Cilantro picado
Sal





Elaboración
1. Metemos en el congelador un lomo de atún fresco 40 minutos para que se endurezca lo suficiente para cortarlo sin dificultad.
2. Con el lomo semicongelado y la ayuda de un buen cuchillo, cortamos láminas lo más finitas posible y las disponemos en una bandeja. En 5 minutos se atemperan y se terminan de descongelar.
3. Para el aliño picamos la remolacha cruda y la cebolla y lo emulsionamos con el aceite, el zumo de limón y naranja, sal y cilantro.
4. Rociamos el plato con esta salsita y listo para servir bien frío.

Nota





única dificultad de este plato es hacer el corte del atún bien fino. Debe quedar como si fuera jamón cocido.







DADOS DE ATÚN MACERADOS EN SOJA
Nivel de dificultad: el de abrir el bote de la salsa de soja.



Ingredientes
1 lomo fresco de atún
Salsa de soja
Aceite de oliva virgen extra

Elaboración
1. Cortamos el lomo de atún en dados más o menos cuadrados. En esta ocasión no disponía de un buen cuchillo por lo que quedaron irregulares, ¡pero más originales!.
2. Los sumergimos en un bol con salsa de soja, ponemos papel film por encima y lo dejamos macerar en la nevera 15 minutos. Los sacamos, damos vueltas y metemos otros 15 minutos más.
3. Retiramos los dados de la salsa soja y los colocamos sobre servilletas para secarlos bien.
4. Los colocamos una vez secos, en un plato y rociamos con aceite de oliva. Verán que el color está más subido de tono y la textura sorprenderá a cualquiera ;)

Termino el post de hoy con una receta de pescado blanco bien sencilla:

SAMA A LA ESPALDA CON AJITOS



Ingredientes
1 Sama entera partida a la espalda (abierta como un libro)
3 dientes de ajo
Cilantro picado
Aceite de oliva virgen extra
Limón 

Elaboración
1. Introducimos en una bandeja el pescado abierto a la espalda (esto lo corta el pescadero) con aceite de oliva y sal en el horno precalentado a 180ºC unos 20 minutos (depende del peso del pescado, este pesaba kilo y medio).
2. Laminamos lo ajos y los freímos en aceite de oliva a baja temperatura para evitar que se quemen y amarguen el plato.
3. Sacamos el pescado del horno una vez cocinado y lo rociamos con el aceite y ajos fritos, espolvoreamos con el cilantro picado  y añadimos un chorro de limón. ¡Listo para servir y disfrutar! Y tan rica me quedó que se ganó una doble foto, al ser pillada por otro ojo observador mientras sacaba la foto prinicpal :)



Nota
Sabremos que el pescado está hecho una vez se despegue la carne sin dificultad de la espina central, si se pega a ella es que sigue crudo. Apunten el truqui ;) 

Y ahora sí, con la sensación de que me falta muchísimo por contar y compartir, les dejo con la ilusión de regresar pronto con la segunda parte ya que nos queda la mejor experiencia, sin duda, del viaje: la estancia de una semana en Cruzinha, un pueblo de pescadores de apenas 320 habitantes, en la isla de Santo Antão. En esa semana pudimos disfrutar de la paz y tranquilidad de estar desconectados totalmente, sin cobertura, sin televisión y mimetizarnos con la población local y adaptarnos a su lento día a día en los que pierdes la noción del tiempo y las horas las dicta un imponente sol. Suenan los grillos y las estrellas iluminan una noche cerrada sin luna. Los gallos no perdonan a las seis de la mañana y a las siete ya late con fuerza el corazón de Cruzinha inundando sus calles con sonrisas infantiles. Pero eso tendrá que esperar. Por hoy les dejo y espero que disfruten de toda la esencia de Cabo Verde con el toque de Candela que hizo de este viaje, EL viaje y con las maravillosas fotografías de Conrado. Sería injusto no destacar el arte de mi compañero de viajes y compañero de vida.

Fotógrafo: Conrado


Fotógrafo: Conrado


Fotógrafo: Conrado



Fotógrafo: Conrado

2 comentarios:

  1. que viaje más bonito, entran ganas de ir y de hincharse una a pescado. Me encanta el relato y las fotos

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    1. Muchas gracias, Isadora, por tus palabras! Si tienes oportunidad, te lo recomiendo muchísimo! Saludos y que tengas muy buen día

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